Mi querido y admirado Fillo,
Aún recuerdo el primer día que entré por la puerta del Moscardó, te vi grande, imponente… con el tiempo me di cuenta que no era sólo una imagen, que eres así, grande e imponente. Recuerdo perfectamente que intenté impresionarte con un puente… a día de hoy creo que nunca dejé de hacerlo (lo de impresionarte cada vez que hacía un puente, y alguna que otra cosa más).
Creíste en mi más que nadie, cuando solo era esa niña gordita que no llegaría nunca a nada, me miraste y me supiste ver. Nunca tendré palabras ni gestos suficientes para agradecerte a ti, y a ese magnífico equipo técnico formado por Luci, Almu y las dos Evas, que me enseñases lo que significan las palabras disciplina, esfuerzo, compañerismo… que me enseñases GIMNASIA, que me dieses una familia, que me cuidases cuando me lesionaba, que peleases por mí, por todas nosotras… pero sobre todo quería agradecerte tus noches sin dormir para encontrar ese elemento que me iría bien, tus buenas palabras, sonrisas y cariño hacia mis padres, agradecerte que contigo la palabra RESPETO cobró una nueva dimensión dentro y fuera de la sala de entrenamiento.
Yo no aprendí a hacer gimnasia contigo, me hiciste gimnasta, persona, me enseñaste valores que a día de hoy, son las bases de mi trabajo, de mi vida.
Me diste unos JJOO, pero sobre todo me diste a mis hermanas por elección, mi familia deportiva, el amor por la gimnasia y una total y absoluta admiración hacia ti.
Gracias por todo.
Te quiero FIllo.